23 febrero, 2014

Los hechos de la playa de Tarajal


          El pasado 6 de febrero, personas que pretendían llegar a nado, o agarradas a precarios flotadores, a la playa del Tarajal, en Ceuta, fueron hostigadas por agentes de la Guardia Civil que, cumpliendo órdenes de sus superiores, dispararon a su alrededor balas de goma y balas de fogueo. Quince de esas personas murieron ahogadas.
         Hasta ahí la noticia escueta. Pero esta noticia tiene alma, tiene corazón, tiene rostros. Ni se puede ni se debe leer asépticamente. Como mínimo debería removernos de nuestros asientos. El Ministro del Interior pidió comparecer en el Parlamento para dar explicaciones. Los políticos de la oposición exigieron responsabilidades. Desde instancias europeas se muestra preocupación y amagan con solicitar algún informe. El guion previsto, rígido, escueto, decepcionante ¿Dónde está el corazón, dónde está el alma, dónde está la búsqueda del origen de este tremendo problema, dónde están valoradas esas personas, verdaderos náufragos de su destino, víctimas de situaciones mundialmente injustas que les obligan a estas odiseas de la desesperación recibidas en pretendidas Ítacas con balas de fogueo?
      Son personas, son seres humanos. No han perdido ninguno de sus derechos como seres humanos.        Deben ser tratados con respeto y ayudados si están en peligro. Enfocar la inmigración exclusivamente como un tema de seguridad y de protección de derechos de los ciudadanos europeos es tener una visión sesgada e injusta del problema. Amnistía Internacional, la Comisión Internacional de Juristas y un grupo numeroso de organizaciones cristianas, entre ellas Cáritas, exigen que se deje de criminalizar a las personas que entran en Europa de forma irregular y que se dé prioridad absoluta al deber y obligación de rescate y protección de personas que se encuentran en peligro en el mar.
      Estas personas no hacen más que seguir la estela de Francisco, que cuando realizó su primer viaje como Papa a las isla de Lampedusa el pasado mes de Julio declaró enérgicamente y públicamente un mensaje tajante: “Sólo me viene la palabra vergüenza, es una vergüenza. Hablando de crisis, hablando de la inhumana crisis económica mundial, que es un síntoma grande de la falta de respeto por el hombre, no puedo dejar de recordar con gran dolor las numerosas víctimas del enésimo trágico naufragio ocurrido hoy cerca de Lampedusa”.
    
                           Ramón Sabaté Ibarz
 Voluntario responsable del Equipo de Comunicación de Cáritas Zaragoza

   Junto a esta reflexión os añadimos tres artículos de enorme interés que muestran su disconformidad ante lo ocurrido en Ceuta:
    
“No te cierres a tu propia carne” de Santiago Agrelo, Arzobispo de Tánger 


 “Es una vergüenza” de Vicente Altaba, Delegado Episcopal de Cáritas Española 


«Endurecer las fronteras no es la solución» . Entrevista a monseñor Ciriaco Benavente, Presidente de la Comisión episcopal de Migraciones


    


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