02 septiembre, 2015

Ser VOLUNTARIO (1)

En esta serie de entradas vamos a ir compartiendo con todos vosotros testimonios de compañeros voluntarios que han querido poner por escrito su vivencia personal del voluntariado en Cáritas. Esperamos que disfrutéis de la riqueza de cada uno de ellos. Agradecemos toda su colaboración. 


Cómo conocí Cáritas y por qué decidí hacerme voluntaria

Por mi trabajo en un grupo parroquial tuve que asistir a alguna reunión del equipo de Cáritas de la parroquia. Me sorprendió el buen hacer de la trabajadora social y la responsabilidad con que los voluntarios hacían su tarea. Sólo asistí a 4 reuniones, suficientes para sentirme atraída por la labor de Cáritas.

Al curso siguiente, me incorporé como voluntaria al Taller San Pablo para la Mujer, donde necesitaban una persona para el grupo de costura. La aguja y el hilo eran sólo medios para un trabajo más profundo con las 10 mujeres que asistían al taller cuyas vidas estaban rotas, luchaban por integrarse en un país de cultura y lengua distinta, intentando salir de su difícil situación. Se hablaba de valores, se les acompañaba y también se reía. Fue una experiencia muy, muy gratificante.

Durante ese año y también los siguientes fui haciendo cursos de formación. Las ideas que se iban desgranando en estos cursos: la persona como centro, promoción, escucha activa, trabajar desde las capacidades, acompañar procesos de las familias… me eran muy familiares por mi trabajo de educadora. Cuánto más conocía Cáritas (sus objetivos, criterios y metodología) más identificada e ilusionada me sentía.

Después de ese primer año y hasta hoy, pasé a trabajar en Cáritas parroquiales. Esta experiencia tengo que reconocer que ha sido y es mucho más dura, pero siempre muy positiva. ¿Merece la pena trabajar en una Cáritas parroquial? Por supuesto que sí, aunque aparezcan nubarrones de desaliento y cansancio, nubarrones de impotencia cuando no sabes cómo actuar con una familia, por dónde orientar... Pero ante todo y sobre todo, está acoger y escuchar a todas esas personas desesperanzadas que se acercan a nosotros en busca de apoyo y de esperanza.

Y por otra parte está la vida del equipo, crecemos juntos, nos ayudamos los unos a los otros, hasta discutimos cuando no compartimos la valoración de algún caso (pero siempre desde el respeto y el cariño). Juntos vivimos la ilusión de trabajar por un mundo más justo y más fraterno.

(Anónimo)
Voluntaria desde hace diez años en una parroquia.

- Publicado en el Boletín nº55-