14 agosto, 2015

Educando para el cambio (1)

Hoy se habla de la pérdida de valores en las personas, pero si nos fijamos bien, veremos que nadie puede vivir sin ellos. Sólo hace falta cambiar nuestra mirada para verlos. Miradas que salen del ser y no del tener. Miradas que descubren el tesoro de uno mismo y descubren en los demás sus tesoros. Para esto no solo son importantes las palabras cargadas de sentido como la fraternidad, la gratuidad, la solidaridad sino que es imprescindible utilizar el lenguaje del corazón.
 Allí descubrimos la capacidad de la belleza, del asombro, del encuentro con el otro y reconocerlo como hermano, de indignarse ante las injusticias y de descubrir la capacidad de transformar desde nuestras acciones y actitudes. Un cambio de mirada que hace que los ojos ya no miren de la misma manera porque hemos descubierto la mirada del amor al prójimo.

Desde el proyecto de sensibilización “Educar la Mirada” abrimos puertas a la esperanza creyendo firmemente en el potencial de los niños y jóvenes, acompañándoles en el descubrimiento de un mundo que tienen que explorar.

Mª Teresa Pérez
Técnico del Proyecto de sensibilización "Educar la Mirada" de Cáritas Diocesana de Zaragoza



- Extracto del Boletín semestral nº 57 de Cáritas Diocesana de Zaragoza - 

13 agosto, 2015

ALTAVOZ DE LOS SIN VOZ

En Cáritas tenemos la suerte de trabajar con y para las personas. Ello nos reporta una gran satisfacción. Cada una de estas personas con las que trabajamos nos ayuda a mejorar como profesionales y como hermanos que somos. Gracias a todas ellas, nuestra vocación se hace realidad. Detrás de cada persona que acompañamos hay una historia personal, muchas veces complicada, pero siempre de incalculable de valor. Hoy os traemos el testimonio en primera persona de una familia que camina junto a nosotros desde hace dos años.


 Tengo 37 años. En Septiembre de 2013 acudí por primera vez a Cáritas con mi mujer de 33 años y mis cuatro hijos menores. Habíamos llegado a Zaragoza provenientes desde Siria solicitando asilo político. Ante el conflicto armado que vivíamos en nuestro país, tomé la decisión de huir y traerme a mi familia. No nos vinimos solos, mi suegra y mi cuñado nos acompañaron y por aquel entonces otros familiares ya llevaban viviendo unos meses en Zaragoza.

La llegada no fue fácil, España sólo tiene centros de acogida para refugiados en tres ciudades y en Zaragoza no existe ningún recurso especializado ante estas situaciones por lo que nos pusimos a vivir en una casa compartida con otros compatriotas.

Llevábamos algunos ahorros para poder pagar la habitación donde dormíamos los seis pero  llegó un momento en que la situación era insostenible tanto para nosotros como para los que nos habían acogido, por lo que me decidí a solicitar ayuda en Cáritas.

Nos ayudaron a conseguir una vivienda de alojamiento temporal de otra entidad social hasta que nuestra situación administrativa fuera regular y, por lo tanto, pudiéramos acceder a las ayudas y recursos de los servicios sociales. Durante este tiempo el papel de Cáritas fue imprescindible para nuestra familia. No sólo porque nos han ayudado a cubrir nuestras necesidades más básicas (y las de nuestros hijos) sino porque nos hemos sentido apoyados, acompañados, queridos…

Actualmente mi mujer y yo acudimos a clases de español y hemos mejorado mucho a la hora de expresarnos. Nunca hemos querido tirar la toalla. Gracias a Cáritas he realizado un curso de formación y participaré en un proceso dentro del Itinerario de Inserción Laboral.

En la actualidad, gracias a todos los que han confiado en nosotros, estamos más estables.

- Extracto del Boletín semestral nº 57 de Cáritas Diocesana de Zaragoza - 

12 agosto, 2015

En primera persona: La preocupación por el otro

Por Gonzalo Gonzalvo Ezquerra, Consiliario de Cáritas Diocesana de Zaragoza.


<< Vivimos en la época de la globalización y hemos globalizado también la indiferencia, que nos lleva a preocuparnos solo de nosotros y nos vuelve insensibles al sufrimiento de los demás. 

Martín Luther King decía: “No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena”. Somos guardianes del bienestar de nuestros hermanos y hermanas, somos guardianes de sus derechos. Porque este mundo es una familia en la que las diferencias de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, origen nacional o social, posición económica, etc., son accidentales y enriquecedoras. 

Cuentan de un agricultor que siempre conseguía las mejores semillas de maíz en todos los concursos. Y lejos de guardárselas para él, las repartía también con todos los vecinos de su finca. Y al preguntarle el por qué, respondía: “Es que así, sus plantas, que son las mejores, también polinizan a las mías, y todos salimos ganando”. 

O vivimos en fraternidad, considerando a los demás nuestros hermanos, y no nuestros enemigos, o tendremos que vivir en castillos, rodeados de alambradas. Pero las personas no estamos hechas para la soledad, sino para la sociedad y la solidaridad, para la relación. 

Una relación que nos viene porque todos pertenecemos a la familia humana. Todos los hombres y mujeres somos hermanos que poblamos este planeta y hemos de hacer posible que desaparezcan las grandes y graves diferencias entre unos y otros. 

Porque una fraternidad sin igualdad es falsa. La fórmula la aporta la física: “los vasos comunicantes”. >>

- Extracto del Boletín semestral nº 57 de Cáritas Diocesana de Zaragoza - 

14 julio, 2015

Fin de curso de la Zona de Híjar

El encuentro de fin de curso de la Zona de Híjar tuvo lugar el día 25 de junio en Albalate del Arzobispo. A la actividad fueron invitados el director de Cáritas Diocesana de Zaragoza, Jaime Sanaú y la responsable de Animación Comunitaria, Teresa Terreu. La convivencia se desarrolló en la ermita de la Virgen de Arcos, restaurada recientemente,  en la localidad de Albalate del Arzobispo.

Asistieron voluntarios de los diferentes equipos que componen la Zona del Arciprestazgo de Híjar: Andorra, Alloza, Albalate del Arzobispo, Híjar y Samper. Contaron con la inestimable presencia del párroco de Albalate, Dominik Habiyakare, precursor de la mencionada restauración, quien realizó una visita guiada a todo el grupo mostrando todo el interior del edificio, anteriormente en un estado ruinoso y no visitable.

Tras la visita tuvo lugar una tertulia con el director sobre la realidad a la que se enfrentan en el medio rural, día a día, como agentes de Caritas;   también hubo ocasión para conocer de primera mano orientaciones y apuestas que, desde Caritas, se están llevando a cabo. Este fue el momento esencial del encuentro y se finalizó con una merienda con los productos tradicionales que cada pueblo aportó. 

En el sentir de los voluntarios queda la cercanía y compromiso del director y el más sincero agradecimiento por haberse desplazado hasta una de sus reuniones para conocerse y poder compartir juntos una jornada de convivencia, tan especial para todos los agentes de Caritas, voluntarios y técnicos.

07 julio, 2015

Celebrando el Corpus en la arboleda de El Frago






         Nuestro punto de partida fue junto a la Aljafería. De allí salimos en una furgoneta y dos coches. Éramos en total 15, entre el equipo de Cáritas, familias de internos de Daroca y Zuera, personas ya en libertad y uno disfrutando de  permiso. Algunos nos fuimos conociendo en el camino.
        Al llegar a El Frago, encontramos una magnífica arboleda de chopos centenarios junto al río Arba, mesas y merenderos que el pueblo considera zona recreativa. Rodeado de extensos bosques, hacen del lugar un sitio privilegiado. Nos atrajo la sencillez y naturalidad del paisaje, el pueblecito medieval edificado en la roca en lo más alto de la montaña. La arboleda fue el lugar cómodo y atractivo para acampar y pasar el día.
       Una vez acomodados alrededor de dos grandes mesas comenzamos tomando un cafecito juntos mientras las que prepararon el día nos repartieron una pegatina con un símbolo, que enseguida adivinamos, era nuestro nombre en “hebreo” o así lo fuimos interpretando.  Y nos creó un interrogante.
      Llegó la hora de visitar el pueblecito. Nos esperaban el alcalde, Javier Romeo, que vino a darnos la bienvenida, y el excelente guía que tuvimos, José Francisco Casabona, buen conocer de la historia del pueblo, y conocido de una chica del equipo. Saludamos también al sacerdote que se hizo presente cuando visitamos la Iglesia románica muy bonita.
     Fuimos recorriendo el pueblo con el guía como la mejor manera de conocerlo. Ya de lejos se contemplaba un conjunto arquitectónico medieval con gran variedad de flora y fauna enclavado en un lugar privilegiado de valles, rocas y calles estrechas.
     El Frago pertenece a  Zaragoza, con unos 50 habitantes, dependiendo de la época del año. Es parte de la comunidad de Cinco Villas. En la Edad Media era lugar de frontera. Lo más significativo es cómo mantienen en sus empinadas calles algunos restos de su judería. A lo lejos se divisaban restos del cementerio judío. Pasamos por la antigua cárcel municipal.
     Recientemente el gobierno aragonés ha creado un Centro de Interpretación dedicado al estudio de la escritura en el Aragón judío de la Edad Media. Y allí se guarda la colección más importante de epigrafía hebrea de la región. Con ayuda del guía, pudimos apreciar, en una de las viviendas de la calle Mayor, una lápida utilizada en la fachada de una casa sobre el dintel de la puerta. Vimos cosas muy interesantes. Nos quedamos con una idea de la cultura y vida cotidiana de la comunidad judía que ya entonces convivía allí con cristianos y musulmanes. En realidad la sala lleva el nombre RabiYomTob.

 

     Realizada la visita, bajamos de nuevo a la arboleda, hicimos un corro para jugar el juego del Paracaídas en el que teníamos que decir qué creíamos que la pegatina que habíamos recibido significaba, qué veíamos en el dibujo que tenía y  qué sentido le dábamos. Cada uno llamaba al siguiente que metiéndose por debajo sacaba la cabeza en el agujero del centro, mientras los demás íbamos cogiendo una punta del paracaídas sacudiéndolo para recibir aire puro. Nos divertimos compartiendo un poco más de nosotros mismos y dándonos  a conocer.      Y cuando nos dimos cuenta ya era de compartir la mesa. Cada uno habíamos preparado para la comida lo mejor que sabemos hacer. La mesa estaba llena de cosas exquisitas, pero antes, se nos recordó que era la fiesta del Corpus, de Caritas. Leímos, entre unos cuantos, el evangelio de la fiesta y nos dimos cuenta de la relación que tenía lo que estábamos haciendo...  No podíamos comer sin compartir entre nosotros y sin recordar a los que no tienen nada. Seguimos compartiendo vida y después de un delicioso postre de tarta de queso nos preparamos para una buena siesta en el suelo, sobre la hierba.
     A media tarde otra dinámica alrededor de los árboles centenarios: Parábola del árbol de los deseos. La fuimos leyendo entre todos y sacando la moraleja, Aquí nos faltó tiempo para compartir más...
    Y al final, nos descubrieron el verdadero significado de la pegatina y cada uno recibió el regalo de la “escobita” para ayudarnos a barrer los pensamientos que no nos ayuden a cumplir nuestros deseos y a vivir nuestro día compartiendo el bien, la paz, la honestidad, el aprecio común, la solidaridad...
     Recogimos con rapidez y nos distribuimos los “bienes” que quedaban. Volvimos a casa más relajados y contentos.
    Y ahora, en síntesis, podemos decir y agradecer algo de lo que fuimos diciendo al final:  “Lo pasamos bien, estuvimos con buena compañía. Haberme encontrado con dos de mis compañeros que no me lo esperaba”. “La buena compañía, lo he pasado muy bien estando aquí en la naturaleza y con las personas que aprecio”. “Un día de unión completa entre chicos, familias y equipo. Todos juntos, una sola familia”. “Un ambiente caluroso del grupo que crece cada año y se renueva con miradas y edades diferentes.” “Me lo he pasado muy bien, en buena compañía. Nos hemos reído mucho. Me ha gustado mucho el pueblo” – Calurosa acogida del alcalde y del guía con sus conocimientos fabulosos que nos ha compartido”. “Día súper agradable con una comida campestre muy buena.

      La Comisión de preparación estupenda. Estar en compañía de gente entrañable y pasar un día en el campo desconectada del todo…
     Por todo esto y mucho más ¡GRACIAS!

     Grupo de amigos y Equipo de Cáritas Daroca y Zuera